lunes, 11 de marzo de 2013

La ciudad y los ciudadanos


Existen ciudadanos a cuyos problemas las instituciones buscan respuestas con dificultad. También están aquellos que se sienten excluidos del tejido social y separados del cuerpo político debido a la falta de trabajo o vivienda, o porque no pueden acceder a los servicios de salud, y muchos otros aprisionados en sus propias casas y colonias atrapados en el miedo y la inseguridad. Éstos y muchos otros son los problemas que los ciudadanos planteamos todos los días a los que ejercen el gobierno de la ciudad. Y la respuesta que recibimos es determinante para que también nosotros ciudadanos de pleno derecho podamos sentir la exigencia y la posibilidad de participar activamente en la vida social y política.

     Es por esto que el municipio es la institución más importante, porque es la más cercana a las personas y tiene que resolver las necesidades apremiantes.
     Es también a través de la relación del ciudadano con el municipio en sus distintos modos de articularse, donde el ciudadano desarrolla la gratitud o el rencor al conjunto de las instituciones, incluyendo las más lejanas, como el Estado.
       Se ha experimentado que el municipio es capaz de responder bien a las exigencias de los ciudadanos si los que gobiernan y tienen algún tipo de responsabilidad en la administración de la ciudad plantean su quehacer político desde la exigencia de vivir la fraternidad con todos y ven al ciudadano como a un hermano, porque por un hermano buscamos esforzarnos; piensa constantemente en su problema, toca todas las puertas, busca todas las opciones y utiliza todos los recursos, y por último cuando ya se ha intentado todo, si uno tiene fe, se dirige a Dios para que resuelva la cuestión.
    También la fraternidad puede realizar en la ciudad la igualdad efectiva que consiste en crear las condiciones para que cada uno ciudadano, familia, asociación, empresa o escuela  pueda expresar su personalidad y realizarse dando lo mejor de sí mismo.
     Para esto creemos que es necesario que quien gobierna se detenga a escuchar a los ciudadanos y que asuma sus problemas, porque no puede dejar  de tener en cuenta el punto de vista de quien los sufre. De éste modo el gobierno no se impone, sino que respeta todas las identidades y todas las funciones. Es ágil y flexible y dispuesto a resolver las prioridades que se presentan.
     Así la ciudad no es gobernada desde arriba, sino que se sostiene desde abajo, y la política asume la función del tallo que sostiene el florecimiento de las iniciativas concebidas por los ciudadanos o con ellos; se convierte entonces en verdadero servicio, unificando hacia el bien común los esfuerzos de todos.
     Ya existen ciudades que viven ésta experiencia en donde hay iniciativas encaminadas a crear una relación fraterna entre la mayoría y la oposición, tanto en los congresos como en los municipios porque tanto el que gobierna como la oposición tienen tareas distintas pero ambas necesarias para el bien común. Estos políticos, están dispuestos a escuchar las ideas de los otros; porque cada instituto político tiene su propia riqueza y  ha nacido en un momento histórico determinado para defender o poner de realce una necesidad específica. Es así como la visión de cada uno enriquece la de todos anteponiendo el bien común al bien individual o de grupo.
   Nosotros, estamos convencidos que ésta manera de ver y vivir la política nos encamina cada vez más a una ciudad en donde la prioridad está en resolver los problemas y retos que la aquejan sin olvidar lo que verdaderamente le da sentido, LAS PERSONAS

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